jueves, 19 de marzo de 2009

Never...


Reinaba el caos en el lugar, había silencio pero era todo una farsa. La paz que se mostraba era tensa y los corazones de los involucrados delataban la incomodidad de la situación. Manos húmedas y miradas intranquilas, puños apretados y seños fruncidos… todo era calma… mala señal, esto es el ojo del huracán.
Estamos en perfectas condiciones mentí, mientras metía la mano en mi bolsillo para encontrar la dignidad que me quedaba… permanecí apacible a pesar de todo este embrollo. La mire con el rabillo del ojo y ella estaba distraída e indiferente… acomodo sus pelos canos y me miro sin advertirlo… se quedo mirándome un segundo, comprendía que yo la miraba y algo trataba de decirle. No le dio importancia a mis palabras mudas, esto estaba fuera de control.
Nos miramos cómplices en aquella escena de película muda… ella se quedo callada y meneo la cabeza dejando caer unos mechones oscuros sobre sus ojos. Le dedique una media sonrisa. La otra estaba seria y nos observaba impaciente, algo irritada. Apretó los labios y luego mascullo algo indescifrable, me pregunte cual era su problema… nunca obtendría respuesta, era imposible interactuar con la vívida imagen del odio humano. Miro con fiereza a su derecha y la joven petulante que allí se encontraba la observo con atención como si esperara instrucciones, ella ladeo su cabeza y asintió lentamente. La otra bajo su mirada y se fue en silencio por un pasillo largo y angosto, ella nos dio la espalda y camino hacia otra dirección.
Me quede en silencio observando a mi única acompañante, ella me sonrió y soplo uno de sus mechones oscuros. Se detuvo un momento a mirarme y luego desapareció de mi vista al tomar el camino de escape más próximo. Dudé y me quedé en silencio, mire a mi alrededor y estaba sola, debajo de mis pies el calor del asfalto podría haber asado un trozo de carne. Caminé lento y me aleje de aquel punto en donde cuatro esquinas se juntaban, nuestro punto de encuentro era una cruz definida, una señal, una coincidencia. Me vi en aquella soledad plena y cuando quise correr las sabanas me detuvieron justo antes de caerme al vacio.
Me desperté obnubilada y comprendí que este era el ojo del huracán, y la tormenta se desataría pronto… sentí la brisa que anunciaba el temporal golpeándome en el rostro, sentí tu voz, estabas en el teléfono, tu voz me calma, tu voz me saca de aquí.
Levante mi barbilla y me puse de pie inmediatamente, el cielo se había oscurecido por completo, tenía que salir de ahí inmediatamente, tenia que dejar todo detrás y no volver. Tome un par de zapatillas y sin atar los cordones me puse en marcha, antes de salir tome una campera y el celular, marque tu número… te prometí que nunca mas.