jueves, 2 de abril de 2009

Te Extrañaba...


Llovía… observaba por la ventana cada gota golpear contra el vidrio. Tenía la certeza que en cualquier momento tocarías la puerta…
Mojada después de largas horas de caminar a la deriva para encontrarme y por fin mirarnos a los ojos. Tenías los mechones oscuros pegados en tu mejilla y otros cerca de tus ojos, en la comisura de los labios. Me dedicaste una media sonrisa, mis ojos brillaron al verte y te devolvieron la sonrisa, me temblaban las manos que aún sostenían el picaporte. Soltaste tu paraguas roto en el suelo y te sacaste de un solo movimiento el piloto empapado, sacudiste tu cabeza hacia ambos lados mojándome con las gotitas que se desprendían de tu cabello. Te mire tapándome la cara con una sola mano, algo agachada vuelta hacia adentro. Me enderece y te mire otra vez con una sonrisa dibujada en mi rostro, me miraste con cara de desconcertada y me preguntaste en voz baja -¿Puedo pasar?... me temblaron las piernas al oír tu voz, ese timbre únicamente tuyo…
Asentí lentamente y me hice a un lado para dejarte entrar, diste tres pasos y te diste vuelta sonriéndome, me miraste con esos ojos oscuros que lo dicen todo y dudaste por un segundo… te mire vacilante y di dos pasos lentos hacia dónde estabas, cerré la puerta de un golpe y salte hacia vos, te abrace tan fuerte como pude y las lagrimas brotaron de mis ojos, te golpetee la espalda con los puños cerrados mientras vos dudabas con las manos cerca de mí, y me rodeaste con ellas en un abrazo tan fuerte como el que te había dado. Mi corazón se retorcía sin saber cuál era el sentimiento, era alivio, era dolor, era miedo, era ansiedad, eran nervios, eran demasiadas emociones para un solo cuerpo. Las lágrimas no dejaron de brotar estrepitosamente desde mis lagrimales, tenía los ojos llenos. Te presione contra mí lo más que pude al punto de casi no poder respirar, quería decirte tantas cosas pero no podía hablar, tenía un nudo en la garganta y la voz se me había disipado.
Me aferraste a vos tan fuerte, sentí tu perfume, tu calor y me di cuenta de cuanta falta me hacías… repase en mi cabeza lo que había sucedido sin entender que fue lo que pasó… los días no habían vuelto a ser iguales desde que te fuiste, todo era tan gris y siniestro… era extraño… no eras la única persona sobre la tierra y tampoco eras lo único que tenía en la vida, sentía tanto como a vos a unos cuantos amigos, pero era tu ausencia la que me mantenía discretamente oculta en mi túnel oscuro. Estaba ensimismada la mayor parte del tiempo, sin pensar, en nada que se refiera a una realidad en particular, todo era difuso mi mundo se había convertido en un caleidoscopio en blanco y negro, era tan diferente… había espacios que llenar, frases que completar, sonrisas que borrar y recuerdos que esconder dentro de mí, o no.
Luego de unos minutos de tenerte tan cerca sopese las posibilidades de soltarte, dejarte lejos un poco más, solo un momento para verte… no podía… no entendía el sentimiento y me devane los sesos para poder saber que era lo que sentía antes y durante ese momento…
Entonces susurre levemente, te extrañé tanto…
Y desperté con las pestañas húmedas y los ojos llenos, estaba sola en mi cama… no estabas, no era real.