domingo, 24 de mayo de 2009

Simplemente...


Las agujas del reloj comenzaron a crugir lentamente... se movieron, me atemorizaron, me vieron inmóvil en mi habitación oscura.
Temblaba y me negaba rotundamente a abrir los ojos... hacía días que no veía el sol, hacía días que había olvidado el aroma de una mañana...
hacía días que había perdido mis ganas...
Hacía días que se habia alejado de mi... yo creía que había eliminado el almanaque de mi mente, ese que llevaba la cuenta desde la última vez que
se me acercó y le importé. Pero el conteo seguía su curso como si nada, y la noche se había adueñado de mis dias... era como estar viviendo en uno
de los polos... meses y meses de oscuridad. Hacía frío, tenía las manos heladas y un dolor de cabeza impresionante... estaba tan sola como siempre
acurrucada en un rincón de mi cama, helada.

No te vas a despertar nunca? me dijo una voz familiar...
No quiero. Respondí ausente.
Esta bien, no es necesario que te despiertes ahora. Puedo esperarte cuanto sea necesario, siempre que lo hagas... dijo.

Sentí un calor intenso subir por mi columna, su perfume se apoderó de mi inmediatamente y sus brazos dudosos me rodearon suavemente.
Pude percibir su respiración en mi cuello, se acomodo suabemente entre mi hombro y mi oreja y me acercó suavemente hacia su cuerpo...
me quedé inmóvil, pero me sentí perfectamente, como hacía mucho que no me sentía.
Nos quedamos en silencio, dormimos durante largos minutos, horas, días... y solo estuvimos en silencio.

Poco a poco las lagrimas dejaron de correr por mis mejillas, y las heridas comenzaron a sanar... mi corazón se encontraba adolorido pero ahora latía con mas fuerza,
de a poco mi cuerpo recupero su fuerza, sus ganas... mi alma se lleno de calidez, de cariño, de amor, de esperanza... sí, esperanza.

Cierto día tomo mi mano con suavidad, me ayudo a incorporarme y nos sentamos... fue la primera vez que me encontre con sus ojos transparentes. Le sonreí temerosa...
me miró y presiono mis manos que ya no estaban tan frías... nos quedamos en silencio... no era necesario decir nada... me acerque lentamente a ella, la acerqué hacia
mi y enterre mi cara en su hombro... la abrace con fuerza y le di un beso en el cuello.
Te quiero... le dije en un susurro.
Me abrazó aún mas fuerte...
Y seguimos en silencio...

Me repara lentamente con toques mágicos que no puedo descubrir, cada abrazo, cada caricia, cada palabra, cada te quiero es una receta exacta para devolverme... simplemente... la vida.

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